miércoles, 18 de marzo de 2009

CAPITULU ONCE. LA CITA

Después de cenar volvieron a bar y pidieron unos licores. Los tres se sentaron en unos cómodos sillones. Laia cogió postura en el suyo y se sintió más relajada. Había sido una tarde muy divertida pese al cielo encapotado y la amenaza de otro posible diluvio pero tuvieron suerte y no cayeron más que cuatro gotas. Recorrieron el centro de Zaragoza y a Laia le gustó mucho pero lo que más le impresionó fue la Aljafería. Una construcción del siglo XI durante el reinado de la segundo monarca de la dinastía de los Banu Hud, Abú Yafar Ahmad ibn Sulayman. Tuvieron suerte y llegaron justo a la hora de las visitas guiadas, por lo que se enteraron de cosas sumamente interesantes.
- He quedado dentro de media hora con la mujer de Mauricio.- dijo
Tomás.
- Todo parece muy misterioso ¿porqué te citará a esas horas en un lugar tan concurrido?- dijo Celia
- Es obvio que tiene miedo de alguien. Te acompañaremos- exclamó Laia tajante.
- No lo haréis.
- Claro que si.
- Nosotras tenemos la clave para averiguar toda la correspondencia que mantenía el doctor Cazorla con Mauricio y si quieres que compartamos la información tendrás que dejarnos ir.- dijo Laia triunfante.
- Mira que sois pesadas.
Ambas sonrieron mientras se miraban.
- ¿Vamos pues? Nos queda un trecho hasta llegar a Vips.
Se levantaron y tras ponerse sus chaquetas porque en la calle aún hacía algo de fresco salieron a la noche.
Pese a ser domingo en la calle seguía habiendo gente porque el lunes era fiesta y todos aprovechaban para disfrutar. Caminaron Paseo Independencia arriba hasta llegar a la Plaza Aragón, allí se esperaron frente a la tienda que ya estaba cerrada.
Allí estuvieron en silencio durante más de media hora expectantes.
Celia pensó en su padre y en si se encontraría bien. Le quería con locura y pensar en no saber donde se encontraba la asustaba. Siempre había estado junto a él y se sentía orgullosa de ser su hija. Desde el divorcio con su madre se había unido aún más y cuando estaban juntos en la casa se pasaban horas hablando. Por eso lo que no entendía de todo el asunto era que su padre no le hubiera contado nada sobre el descubriendo de su investigación. Celia observó a Tomás disimuladamente y se preguntó hasta qué punto eran amigos. Llevaban mucho tiempo trabajando juntos.
- No parece que vaya a aparecer- dijo de repente Laia.
- ¿Qué deberíamos hacer entonces?- exclamó Celia.
- Esperar un poco más y si no aparece volveremos al hotel. Mañana ve a ver a tu amigo informático a ver si nos da alguna pista, y yo iré a ver otra vez a la mujer de Mauricio. Quizás me haya visto con vosotras y por eso no se ha acercado.
- Puedes ser.

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