jueves, 7 de abril de 2011

Capítulo 3

Una vez en la calle y con el aire salado rozándoles las mejillas se miraron sin acabar de creer lo que había pasado en el despacho del abogado. Ellas, que siempre habían estado ahorrando hasta el último céntimo ahora tenían a su disposición dinero y además una casa a la que poder agarrarse en caso de necesidad. Se abrazaron y se encaminaron hacia la plaza central del pueblo. Una vez allí Leonor localizó la tienda de comestibles de Pepa que ella conocía de sobras y nada más entrar se toparon con la sonrisa de la tendera que Leonor recordaba muy bien.

  • Buenos días- se trataba de una mujer de unos sesenta años, de pelo blanco y corto, rostro ovalado y sonrosado, ojos marrones y de carácter amable. Leonor la reconoció al instante pese a encontrarla mucho más envejecida y algo más regordeta . Lucía un delantal azul marino algo manchado con un gran logotipo de la tienda en medio: un gran sauce.--¿en qué le puedo ayudar?

  • Usted es la señora Pepa.- dijo Leonor sonriendo algo tímida.

  • Si ¿nos conocemos?- la mujer la miró con mayor detenimiento e intentando reconocer aquel rostro que le resultaba tan familiar.

  • Soy la nieta de Blanca Méndez- la cara de Pepa se iluminó y salió de detrás del mostrador para abrazarla.

  • La pequeña Leonor- dijo una vez la dejó de abrazar con fuerza.- sí que ha pasado el tiempo.

  • Si

  • Hace muchos años que no vienes por aquí

  • Si, unos catorce- contestó Leonor con añoranza- esta es mi hija Enara

  • Hola Enara- dijo Pepa mirándola con interés.

  • Me ha dicho el abogado de mi abuela que te quedaste con el perro de mi abuela.

  • Si. Blanca me lo confió poco antes de morir y me dijo que te lo diera nada más llegaras.

  • ¿Sabía que vendría?

    Una mujer entró en ese momento en la tienda y cortó la conversación. Mientras Pepa atendía a la señora pesando unas patatas que cogió de un gran saco junto al mostrador Leonor y Enara decidieron coger una cesta y comprar. Lo llenaron con las cosas más básicas para pasar la cena y el desayuno del día siguiente. Ya se aprovisionarían bien al día siguiente. Cuando llegaron al mostrador la otra clienta ya abandonaba el local.

  • Cuando cierre les llevaré al perro. No está aquí sino en mi casa.

  • No quiero que se moleste. Nos podemos pasar nosotras a buscarlo.

  • No es ninguna molestia. Además, me gustaría seguir charlando un rato más con vosotras y así os pongo al día en el pueblo.

  • Pues entonces quédese a cenar esta noche. No habrá un banquete pero nos agradará que nos haga compañía.

  • Será un placer. Y no se preocupe por la cena porque tengo un pastel de cerne recién hecho que les llevaré.

  • Pero le invitamos nosotras, no es correcto que nos traiga la comida.- conocía el caracter amable de Pepa y no le extrañó que se ofreciera a llevarles algo de comida para la cena.

  • ¡Tonterías! A mi hijo no le va mucho el pastel y para mi marido y para mi es mucho así que es mejor comérselo echo del día. Además, me gustaría compartirlo con ustedes.

  • ¿A las ocho y media le va bien?- exclamó Leonor sabiendo que no iba a convencerla de que no trajera la comida.

  • Perfecto

    Después de pagar la compra se despidieron de Pepa y con dos bolsas repletas de comida volvieron hasta el coche y lo cargaron todo en el maletero. Subieron a sus asientos y Leonor encendió en motor.




No hay comentarios: